Se despierta la Mujer

Abre sus puertas a su infinito interior, dialoga con ella misma y descubre que lo que pensó roto, lo que pensó herido y deforme sigue ahí intacto, sigue vivo, es ella misma que ha vivido y que vive aun hoy en su completa totalidad como madre, amante, guerrera, sabia, como compañera, hija, amiga, con lo que ha sido enseñada a llamar errores y que un día al despertar, recordará que es solo vida, experiencias, senderos y ella transitando en ellos. Duele si, en el pecho duele, en la espalda a la altura del diafragma duele y las imagenes que aparecen son ella, al final y al inicio es todo ella y su capacidad o limitación de abrazarse en todo, en ese dolor que lleva en el cuerpo que antes de ser dolor fue emoción, fue miedo y que hoy entre dolor y miedo cuesta separar los tejidos. Su ser esta tejido de sus fibras y de las del miedo, este miedo lo lleva (o la lleva) de hace mucho en el camino, la ahorca un algo y le da vida porque recuerda que entre esas fibras hay un regalo un saberse completa y entonces suda, se purifica, reza y se eleva para desde lo alto, o lo profundo de la obscuridad florezca entre estos hilos, que parecen infinitos, su ser victorioso de memoria intacta. Nada se ha perdido, nada y todo cambia, se deshace la maraña y en ese hilo de vida hasta el miedo florece.